• ¿y si un día viene y tú no estás?*

Recordarás el blanco —por ejemplo—, el favorito de Mari.
De Lalo, el avistamiento de flores pequeñas.

Pero te reconocen,
Eres el violín de todas las canciones,
escuchas palmadas de oro desde el camerino.

Se les paga con memoria, moneda inestable de cada día.

Ya sin el vestuario,
abandonas ese y todos tus diplomas
detrás de bambalinas.

Fueron vasos de unicel unidos por cuerdas de caña, las subidas en bicicleta y las frentes raspadas.

Muerte no contiene a los fantasmas, de los vivos.

Tú escogiste el vestido de mamá. Era negro.

INFANCIA ES OTRA COSA

Modelo del habla
Minucia

Fe mía (Pedro Salinas)

No me fío de la rosa
de papel,
tantas veces que la hice
yo con mis manos.
Ni me fío de la otra
rosa verdadera,
hija del sol y sazón,
la prometida del viento.
De ti que nunca te hice,
de ti que nunca te hicieron,
de ti me fío, redondo
seguro azar.

Sorbía
tragaba
lamía

fracción de taza
donde sus labios
pudieron
haber dejado
una gota.

a ti todos te quieren
porque tus papás se murieron.

Volver al jardín por la tarde
abrazarte entre los arbustos
quemar la base
Y decir un dos tres por ti.

Ante un espejo insulso
frotas tus párpados
como plazas de un mercado vacío.

Pero te reconocen,
Eres el violín de todas las canciones,
escuchas palmadas de oro desde el camerino.

Fueron vasos de unicel unidos por cuerdas de caña, las subidas en bicicleta y las frentes raspadas.

  • ¿y si un día viene y tú no estás?*

Ya sin el vestuario,
abandonas ese y todos tus diplomas
detrás de bambalinas.

Recordarás el blanco —por ejemplo—, el favorito de Mari.
De Lalo, el avistamiento de flores pequeñas.

Muerte no contiene a los fantasmas, de los vivos.

Fe mía (Pedro Salinas)

No me fío de la rosa
de papel,
tantas veces que la hice
yo con mis manos.
Ni me fío de la otra
rosa verdadera,
hija del sol y sazón,
la prometida del viento.
De ti que nunca te hice,
de ti que nunca te hicieron,
de ti me fío, redondo
seguro azar.

Sorbía
tragaba
lamía

fracción de taza
donde sus labios
pudieron
haber dejado
una gota.

Se les paga con memoria, moneda inestable de cada día.

Tú escogiste el vestido de mamá. Era negro.

INFANCIA ES OTRA COSA

Modelo del habla
Minucia

a ti todos te quieren
porque tus papás se murieron.

Volver al jardín por la tarde
abrazarte entre los arbustos
quemar la base
Y decir un dos tres por ti.

No fue hallado porque lo tomó consigo.

Ante un espejo insulso
frotas tus párpados
como plazas de un mercado vacío.

Malgaste. Velar lo velado. ¿Quién o qué se ocupa de lo que no se reveló?

“Aquí nadie te va a encontrar si no haces ruido, ni siquiera ese que haces al succionar la nariz”.

Con hilos de oro
la muerte
no se echa de el sillón

Te confió ser tu verdadera madre, pero por ser demasiado joven entregó a su hermana mayor tu crianza. En su versión, al menos tu padre sí es el mismo.

no es un juego. Será la última vez que nos dejen pasar tarde.

Hallaron rodillas que los acogieron y los mismos pechos los amamantaron, aunque él come del plato de lentejas y lo que ha de comerse sin sal.

Pero te reconocen,
Eres el violín de todas las canciones,
escuchas palmadas de oro desde el camerino.

Fueron vasos de unicel unidos por cuerdas de caña, las subidas en bicicleta y las frentes raspadas.

Muerte no contiene a los fantasmas, de los vivos.

  • ¿y si un día viene y tú no estás?*

Ya sin el vestuario,
abandonas ese y todos tus diplomas
detrás de bambalinas.

Fe mía (Pedro Salinas)

No me fío de la rosa
de papel,
tantas veces que la hice
yo con mis manos.
Ni me fío de la otra
rosa verdadera,
hija del sol y sazón,
la prometida del viento.
De ti que nunca te hice,
de ti que nunca te hicieron,
de ti me fío, redondo
seguro azar.

Sorbía
tragaba
lamía

fracción de taza
donde sus labios
pudieron
haber dejado
una gota.

Tú escogiste el vestido de mamá. Era negro.

No fue hallado porque lo tomó consigo.

Malgaste. Velar lo velado. ¿Quién o qué se ocupa de lo que no se reveló?

Con hilos de oro
la muerte
no se echa de el sillón

Recordarás el blanco —por ejemplo—, el favorito de Mari.
De Lalo, el avistamiento de flores pequeñas.

a ti todos te quieren
porque tus papás se murieron.

Volver al jardín por la tarde
abrazarte entre los arbustos
quemar la base
Y decir un dos tres por ti.

Ante un espejo insulso
frotas tus párpados
como plazas de un mercado vacío.

Hallaron rodillas que los acogieron y los mismos pechos los amamantaron, aunque él come del plato de lentejas y lo que ha de comerse sin sal.

Se les paga con memoria, moneda inestable de cada día.

“Aquí nadie te va a encontrar si no haces ruido, ni siquiera ese que haces al succionar la nariz”.

Te confió ser tu verdadera madre, pero por ser demasiado joven entregó a su hermana mayor tu crianza. En su versión, al menos tu padre sí es el mismo.

no es un juego. Será la última vez que nos dejen pasar tarde.

Fueron vasos de unicel unidos por cuerdas de caña, las subidas en bicicleta y las frentes raspadas.

Pero te reconocen,
Eres el violín de todas las canciones,
escuchas palmadas de oro desde el camerino.

Muerte no contiene a los fantasmas, de los vivos.

  • ¿y si un día viene y tú no estás?*

Ya sin el vestuario,
abandonas ese y todos tus diplomas
detrás de bambalinas.

Tú escogiste el vestido de mamá. Era negro.

Fe mía (Pedro Salinas)

No me fío de la rosa
de papel,
tantas veces que la hice
yo con mis manos.
Ni me fío de la otra
rosa verdadera,
hija del sol y sazón,
la prometida del viento.
De ti que nunca te hice,
de ti que nunca te hicieron,
de ti me fío, redondo
seguro azar.

a ti todos te quieren
porque tus papás se murieron.

Volver al jardín por la tarde
abrazarte entre los arbustos
quemar la base
Y decir un dos tres por ti.

Recordarás el blanco —por ejemplo—, el favorito de Mari.
De Lalo, el avistamiento de flores pequeñas.

Fueron vasos de unicel unidos por cuerdas de caña, las subidas en bicicleta y las frentes raspadas.

Pero te reconocen,
Eres el violín de todas las canciones,
escuchas palmadas de oro desde el camerino.

Muerte no contiene a los fantasmas, de los vivos.

  • ¿y si un día viene y tú no estás?*

Ya sin el vestuario,
abandonas ese y todos tus diplomas
detrás de bambalinas.

Fe mía (Pedro Salinas)

No me fío de la rosa
de papel,
tantas veces que la hice
yo con mis manos.
Ni me fío de la otra
rosa verdadera,
hija del sol y sazón,
la prometida del viento.
De ti que nunca te hice,
de ti que nunca te hicieron,
de ti me fío, redondo
seguro azar.

Sorbía
tragaba
lamía

fracción de taza
donde sus labios
pudieron
haber dejado
una gota.

Recordarás el blanco —por ejemplo—, el favorito de Mari.
De Lalo, el avistamiento de flores pequeñas.

No fue hallado porque lo tomó consigo.

Se les paga con memoria, moneda inestable de cada día.

Tú escogiste el vestido de mamá. Era negro.

Malgaste. Velar lo velado. ¿Quién o qué se ocupa de lo que no se reveló?

Pero te reconocen,
Eres el violín de todas las canciones,
escuchas palmadas de oro desde el camerino.

  • ¿y si un día viene y tú no estás?*

Recordarás el blanco —por ejemplo—, el favorito de Mari.
De Lalo, el avistamiento de flores pequeñas.

Ya sin el vestuario,
abandonas ese y todos tus diplomas
detrás de bambalinas.

Tú escogiste el vestido de mamá. Era negro.

Fueron vasos de unicel unidos por cuerdas de caña, las subidas en bicicleta y las frentes raspadas.

Muerte no contiene a los fantasmas, de los vivos.

Fe mía (Pedro Salinas)

No me fío de la rosa
de papel,
tantas veces que la hice
yo con mis manos.
Ni me fío de la otra
rosa verdadera,
hija del sol y sazón,
la prometida del viento.
De ti que nunca te hice,
de ti que nunca te hicieron,
de ti me fío, redondo
seguro azar.

a ti todos te quieren
porque tus papás se murieron.

Sorbía
tragaba
lamía

fracción de taza
donde sus labios
pudieron
haber dejado
una gota.

No fue hallado porque lo tomó consigo.

Malgaste. Velar lo velado. ¿Quién o qué se ocupa de lo que no se reveló?

Volver al jardín por la tarde
abrazarte entre los arbustos
quemar la base
Y decir un dos tres por ti.

Sara Camhaji

visualizar la voz del pensamiento.
pensar la imagen de la voz.
provocar al destino. jugar.
desde el azar, desde el suspiro.
entender la fuerza que enlaza
la imagen al nombre.
el nombre es una imagen.
la imagen es un verbo.
juega. nada es casualidad.
destino es juego.
todo es destino.

Este sitio es parte del proyecto"NO TOMES FOTOS DEL PAISAJE, TOMA RETRATOS, Y SI QUIERES, PON UNA VISTA DE FONDO", cuyo objeto creativo circunda el fenómeno de la memoria y su visualización conceptual. Así, Sara explora los diferentes lenguajes sobre los que la mente recarga su verdad y la forma en que construye nuestro mundo interior.
Acerca de
SARA CAMHAJI (Ciudad de México, 1986) es escritora, docente y mamá. Su trabajo es respuesta natural de las cosas que ha vivido y las dimensiones emocionales por las que, durante su vida, ha habitado. Narra y escribe desde que existe. La poesía —eje estructural de su búsqueda— ha generado en ella el desarrollo de nuevas formas discursivas, cuya cercanía con la realidad interior humana resultan encarnantes y muy apropiables por desgarradoras. Tiene una maestría en creación literaria, dos hijos y dos publicaciones liberadas; Maleza (Alboroto Ediciones, 2022) y el presente título. Algunos de sus poemas se han publicado en el periódico de poesía de la UNAM. Becaria en el 2017 por Asylum Arts y ganadora de la residencia artística The Peleh Fund en Berkeley, California para 2023. ¿Poesía narrada, narrativa poética? Sara escribe desde la voz de un archivo con vida propia, como el pensamiento de una máquina del tiempo, o desde la oscura sinceridad de quien no-sabía-que-tenía-que-vivir.
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